Lectura esencial para desarrolladores de proyectos: descubra, a través de Shi Yongxin, cómo impulsar el marketing empleando estrategias de pensamiento colectivo.

Intermedio8/4/2025, 10:57:53 AM
Este artículo examina cómo Shi Yongxin transformó el Templo Shaolin en la referencia mundial del kung-fu, proporcionando un ejemplo esclarecedor sobre cómo alcanzar el éxito empresarial a través del posicionamiento de marca y la conquista de la percepción del consumidor.

En 1981, cuando tenía solo 16 años, Shi Yongxin ingresó en el Templo Shaolin, entonces prácticamente olvidado. El monasterio contaba con apenas nueve monjes, que subsistían gracias a la agricultura y a unas pocas ofrendas de incienso. El giro de los acontecimientos se produjo un año después: la película de Jet Li, “Shaolin Temple”, se convirtió en un éxito nacional y situó al antiguo templo en el foco mediático de la noche a la mañana. Shi Yongxin supo percibir rápidamente este “dividendo de notoriedad”. No fue el inventor del kung fu ni el mejor artista marcial, pero consiguió posicionar la marca para toda una generación: asoció “Templo Shaolin = Kung Fu chino” en la mente de todo el mundo. En las décadas siguientes, organizó de forma metódica los textos de artes marciales, promovió espectáculos internacionales, impulsó la difusión cultural y desarrolló un modelo de licencias comerciales. Shaolin, que había nacido como espacio de culto, se transformó así en la puerta de entrada al “conocimiento global del kung fu”. Y, lo que es más relevante, esa notoriedad no solo generó “impacto cultural”, sino negocio tangible: venta de entradas, propiedad intelectual, inmobiliario, gestión de activos intangibles, entre otros. La percepción se convirtió en el acceso al negocio propiamente dicho. Este es el poder de la “cognición colectiva”: cuando logras implantar una idea única y diferenciadora en la mente de los usuarios, te ganas el derecho a contar tu historia, marcar tu precio y perpetuar tu legado.

¿Hasta qué punto es relevante la cognición colectiva para los proyectos Web3?

Quizás te preguntes: ¿qué le puede enseñar el trabajo de branding de cuatro décadas de un monje de Shaolin a un proyecto Web3? Destaco a Shi Yongxin no porque sea experto en retransmisiones en directo ni en propiedad intelectual cultural, sino porque logró lo que persiguen casi todos los proyectos Web3 —y que muy pocos consiguen—: adueñarse de la definición de un término clave en la mente de los usuarios a escala mundial. Web2 se basa en operaciones empresariales y cuota de mercado: tu porción de usuarios en un sector concreto. Las empresas tradicionales, ya se midan por ingresos o capitalización, dependen de productos que compiten en el mercado. Aun así, en los proyectos Web3, sostengo que el “mindshare colectivo” resulta mucho más relevante que la “cuota de mercado real”. Pero “cuidar la cognición colectiva” no es solo un lema: es el hilo conductor de todas las fases del proyecto desde su origen hasta el TGE (Token Generation Event), especialmente en ese momento crítico. Cuando el TGE aporta liquidez, toda la lógica operativa del proyecto cambia: ya no se trata solo de relato o notoriedad, sino de precios de mercado, arbitraje y competencia real. Este cambio puede resultar brusco: sin la preparación adecuada, todo el impulso y la expectación iniciales pueden desmoronarse en pocos días. Por eso, los equipos deben anticiparse: antes del TGE, ¿qué espacio mental quieres ocupar en el usuario? ¿Qué relato vas a transmitir? ¿Qué posicionamiento deseas en la conciencia del usuario? Vamos a analizarlo. ### ¿Cómo deben los equipos construir la “cognición colectiva” antes del TGE?

Para la mayor parte de los proyectos Web3, el TGE marca su debut en el mercado público. Sin embargo, el éxito real se define antes. Es el momento de oro para captar la mente del usuario: no solo para un buen lanzamiento, sino para implantar una idea duradera en la percepción colectiva durante ese efímero “momento de atención grupal”. La claridad en el posicionamiento, la construcción de la confianza y la gestión de expectativas realistas durante ese periodo determinarán si logras atraer a auténticos creyentes tempranos. Si fallas, ni siquiera se producirá el lanzamiento: fracasarás antes de despegar. Mi consejo habitual para los proyectos previos al TGE es empezar con “tres preguntas clave sobre el mindshare”: #### 1. ¿En qué nivel te sitúan los usuarios?

¿Eres un referente en tu sector o una opción periférica? En última instancia, es sencillo: la posición que otorgan los usuarios a tu proyecto = sus expectativas en el TGE = el tiempo y la dedicación que están dispuestos a invertir = tus métricas reales y más. #### El grado de implicación y los datos de usuario suelen reflejar si eres digno de su apuesta. Esa percepción depende menos de tus logros y más de “en qué nivel creen que juegas”.

2. ¿Qué retienen los usuarios realmente sobre ti?

Aquí la mayoría de fundadores se sobrevalora. Los equipos suelen ser lógicos y exhaustivos en sus presentaciones, pero pasados veinte minutos sigo preguntando: “¿Y cuál es vuestro gancho clave?”. La realidad es implacable. En la economía de la atención ultra fragmentada, con una proliferación de proyectos compitiendo por un espacio mínimo, no pienses que los usuarios asimilarán a fondo tu historia. Solo recordarán palabras clave que generen una emoción o una asociación. Hay que condensar el mensaje en tres ideas: deben ser inolvidables, generar sensación de oportunidad y vincularse a tu proyección. La mayoría de proyectos carece de comunicación clara y directa. #### 3. ¿La confianza grupal es sostenible?

¿Cómo conseguir que los usuarios confíen verdaderamente en tu proyecto? Esta es la capa a menudo más ignorada y, a la vez, más frágil. Por fuerte que sea tu tecnología o tu relato, si los usuarios empiezan a dudar de tu identidad, del equipo o del comportamiento, esa confianza se erosiona rápidamente. No suele quebrarse por grandes crisis, sino por la acumulación de pequeños agravios: preguntas sin contestar, retrasos reiterados en premios prometidos sin explicación, el silencio del equipo ante críticas o respuestas frías como “lo trataremos internamente”. A veces, pese a una fachada impecable, surgen rumores de que “solo es otro intento de sacar caja”. Incluso pequeños desencantos desgastan la fe de los primeros seguidores, que tienden a marcharse y rara vez regresan. De la misma forma que para casi todo el mundo el kung fu chino significa “Shaolin” —en vez de Wing Chun, Baji o Tai Chi—, no es que Wing Chun sea menor, sino que le falta su propio Shi Yongxin. Tienes que ser el arquitecto del mindshare de tu proyecto. ### Tras el TGE: el proyecto pasa a ser un activo financiero

Cuando el TGE ha tenido lugar, tu proyecto ya no es solo producto, visión o relato: es un activo financiero con precio, liquidez y cotización secundaria. Cuestiones como “¿merece la pena mantenerlo?”, “¿está infravalorado?” o “¿puede revalorizarse?” pasan a resolverse en el mercado real. También cambia tu base de usuarios. Los usuarios iniciales, que contribuyeron a la comunidad y la evolución, se convierten en traders además de usuarios. Pero ahora entra un grupo mucho mayor de operadores que solo buscan una cosa: “¿Puedo lucrarme con este token?”. En Web3, casi ningún proyecto es insustituible. Incluso si rindes un 20–30% por encima de la competencia, si tu token no sube, te quedas fuera. Nadie te esperará: migrarán hacia la siguiente oportunidad. Así que debes responder a una pregunta simple: ¿por qué alguien debería adquirir tu token? Esta cuestión se traduce en tres modelos típicos de mindshare: #### 🌞 Usuario de entrada: “Hago un buen producto”. Usuario: “Eso no me importa; solo invertiré si veo movimiento”.

Estos proyectos creen que la superioridad tecnológica y la experiencia de usuario asegurarán el éxito. El mercado opina lo contrario. El usuario responde: “Hablas mucho, pero ¿hay volatilidad? No, entonces no me interesa”. Es el clásico divorcio entre valor de producto y valor financiero. En Web3, los productos —sin movimiento en el precio— no inspiran confianza. Para el mercado, eres solo “un token más sin chispa”. Ofrecer una buena experiencia de producto ya no es exclusivo; lo diferencial es una narrativa de precio convincente. Lo que muchos consideran una batalla de producto es, en realidad, una competición por el sentimiento financiero. #### 🌞 Usuario medio: “Tengo buenas noticias; hago subir el precio”. Usuario: “Entro rápido, especulo y salgo igual de rápido”.

La mayoría de usuarios Web3 buscan especulación a corto plazo. No piensan en construir el proyecto, pero si perciben movimiento en precio o noticias positivas, se suman al ciclo. No son creyentes ni defensores. Pero si hay liquidez, aprovecharán la tendencia. Esta dinámica es positiva: indica que has captado su atención. Una vez te ven como “proyecto negociable”, te incluyen en su radar y aguardan la siguiente oportunidad. El trayecto desde el anonimato, pasando por la participación, hasta el seguimiento proactivo, es como crece el “mindshare orientado al mercado” en Web3. #### Usuario avanzado: “Haz que el usuario piense: ‘Si vendo, puede que nunca tenga otra oportunidad’”.

El mindshare más avanzado y difícil de obtener es cuando, incluso si el usuario se plantea vender, opta por conservar el token. En lugar de buscar una ganancia rápida, razona: “Este proyecto lo necesitaré en el futuro”, o “Si sube, puede que nunca lo recupere a este precio”. Para alcanzar ese estatus, el proyecto debe implantar un ciclo de confianza robusto que cumpla, como mínimo, cuatro premisas: · Visión a largo plazo clara y mensaje coherente · Desarrollo de producto continuado que aporte esperanza tangible · Noticias positivas; el precio del token refleja suficiente movimiento · Resiliencia de precio: las subidas alimentan nuevas historias, las caídas se entienden como oportunidad para retomar la tendencia. Estos tokens no tienen que dispararse cada día, pero los usuarios saben que “es un activo a largo plazo”, así que deciden mantenerlo, difundirlo y defenderlo. SUI: caso real de transformación de la percepción

Ponemos como ejemplo un token que recientemente forma parte de mi cartera a largo plazo: $SUI. SUI cuenta con un equipo de reconocido prestigio (el grupo responsable del proyecto y el área de I+D procedentes de Meta en Facebook) y una valoración de miles de millones de dólares en el mercado primario, que ha atraído incluso a grandes inversores institucionales por miedo a quedarse fuera. Para ser sincero, al inicio pensé que SUI no tuvo un buen estreno: la comunidad coincidía en que el equipo era arrogante y distante. Hace aproximadamente año y medio, SUI comprendió la importancia de la comunidad y empezó a construir el ecosistema y a implicar a los usuarios. No entro en detalles sobre el mercado secundario por cuestiones regulatorias. Desde entonces, la mayoría de usuarios ya conoce la historia. La visión del mercado sobre SUI dio un giro: pasó a ser “el pequeño SOL” y se incorporó a las carteras de largo plazo. Este verano, Sui superó dos golpes duros en la confianza: primero, a finales de mayo, el proyecto Cetus del ecosistema sufrió un incidente de seguridad que drenó aproximadamente 223 millones de dólares de los pools de liquidez; segundo, a principios de julio, se desbloquearon 44 millones de tokens —casi 200 millones de dólares—, la mayor liberación del trimestre. Lo normal en estos casos habría sido una caída del precio y una crisis comunitaria. Sin embargo, sucedió lo contrario: SUI no se desplomó. De hecho, hace apenas tres días alcanzó los 4,39 dólares —máximo anual desde febrero— y se situó entre los tokens con mayor negociación del sector. ¿Por qué aguantó SUI? La clave no fue solo la rápida reacción del equipo ante el hackeo: asumieron la responsabilidad con rapidez. Más relevante aún, tras más de un año de acciones sostenidas, Sui consiguió transformar la percepción de los usuarios, pasando de ofrecer una imagen “fría y distante” a ser visto como un proyecto “fiable y digno de una apuesta a largo plazo”. Tras el hackeo de Cetus —provocado por un smart contract externo, no de Sui—, el equipo no buscó culpables: pausaron de inmediato los contratos implicados, congelaron los monederos correspondientes, coordinaron una votación entre validadores y gestionaron un préstamo con la Fundación Sui para garantizar la compensación íntegra. Finalmente, el 90,9% de los validadores aprobó la liberación de 162 millones de dólares en activos congelados y el plan se ejecutó. Todo el proceso fue transparente, ágil y decidido, dejando claro a todos: este equipo responde y actúa cuando realmente importa. La lección es clara: si logras definir un referente mental desde el principio y mantienes la coherencia tras el TGE, el mercado te concede tiempo y espacio. ### Confianza: el único rumbo por el que apuesto

Frecuentemente recibo propuestas de colaboración en marketing por parte de proyectos, pero solo coopero con muy pocos —no porque sea especialmente exigente, sino porque solo dedico mi tiempo y mi reputación a equipos en los que confío—. Antes de decidirme a involucrarme, siempre realizo un análisis de due diligence (DD) basado en dos criterios esenciales: ¿es fiable el equipo y cuenta con el respaldo de la comunidad? Si la respuesta a cualquiera es negativa, no participo —por muy atractiva que sea la narrativa—. No creo que una campaña de marketing pueda salvar un proyecto, ni presto mi credibilidad a equipos que no asumen responsabilidades. En última instancia, la verdadera ventaja competitiva de un proyecto Web3 no reside en su tecnología ni en su financiación, sino en lograr ocupar de forma clara, fiable y memorable un lugar privilegiado en la mente del usuario. Eso es cognición colectiva y un enfoque probado en Web3. ### Aviso legal:

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